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Por que he dejado la tecnología que usaba y opté por pasarme a Apple

La semana pasada publiqué una entrada en este blog titulada “Por qué Apple”, en la que explico las razones por las que decidí comenzar a utilizar los productos de esta empresa. En esta entrada, deseo continuar con ese artículo, pero desde una perspectiva diferente: las razones que me llevaron a tomar esa decisión utilizando previamente otras tecnologías. 

En esta entrada, quiero compartir mi experiencia con computadoras, teléfonos móviles, asistentes personales y relojes inteligentes antes de llegar a Apple, así como las experiencias que tuve con esas tecnologías. Comencemos a revisar cada una de ellas…

Mis primeros años con las computadoras 

Mis primeras experiencias con computadoras datan de principios de la década de 1990, cuando era un niño de menos de 10 años. Realicé mi primer curso de computación y aprendí a encender una utilizando varios disquetes. Primero se insertaba uno con DOS, que era el sistema operativo, y luego, una vez cargado el sistema operativo, se insertaban otros disquetes para cargar otros programas. Después de esa experiencia, dejé de usar computadoras durante un tiempo hasta que, en 1996, en el colegio, comencé a usar unas con Windows 95 y posteriormente con Windows 98. 

Recuerdo que cuando Apple lanzó la iMac y el iBook, se convirtieron en las computadoras de mis sueños. Durante mucho tiempo deseé tener una de estas. Finalmente, en el año 2000, al comenzar la universidad, conocí Linux. 

Comencé a usar Linux en mi computadora personal a finales de noviembre del año 2000 y me gustó mucho este sistema operativo. Se convirtió en mi sistema operativo predeterminado para mis tareas personales. Linux, en sí mismo, era solo el sistema operativo, pero para utilizarlo tuve que comenzar a usar aplicaciones Linux para diferentes tareas que solía realizar o, en algunas ocasiones, un navegador web. 

En esa época, para tareas de oficina, en lugar de utilizar Microsoft Office, tenía que emplear Star Office, que posteriormente pasó a ser Open Office y finalmente Libre Office. Como navegador, al principio podía utilizar también Netscape, como en Windows (ya que no usaba Internet Explorer), y posteriormente este pasó a ser Mozilla y finalmente Firefox, que fue mi navegador predeterminado durante muchos años. 

Utilicé otras aplicaciones como Blender, Gimp y aplicaciones de los diferentes escritorios como KDE y Gnome. Durante varios años, me sentí muy cómodo trabajando de esa manera utilizando Linux. 

En esa época, mis computadoras de escritorio eran clones con procesadores Intel Pentium 3 o 4, o con procesadores AMD Athlon. En el trabajo me proporcionaron mi primer portátil, un Toshiba. 


Mi primera experiencia con productos de Apple


Por el año 2003, en la universidad, tuve acceso a mi primera iMac, una G4, y posteriormente me compré una G5. Sin embargo, con la transición de los procesadores Power PC a Intel, esta Mac se volvió obsoleta y desistí de adquirir otra Mac con Intel.


Mis primeros años con dispositivos móviles 


Mi primera experiencia con un dispositivo portátil fue con un GameBoy. Lo adquirí y contaba con varios juegos. Disfrutaba mucho de utilizar este dispositivo con pantalla monocromática. También poseía una agenda traductora de Berlitz. En ella, se podían escribir palabras en inglés o español y obtener su significado y formas de uso en el otro idioma. Adicionalmente, contaba con una agenda Casio que me permitía almacenar números de teléfono, gestionar un calendario y utilizar una pequeña aplicación de notas. Todo esto ocurrió antes del año 2000. 

Hasta esa época, no me preocupé por la conexión de estos dispositivos con la computadora ni por la conexión de la computadora con ellos. Siempre los utilicé como dispositivos independientes, ya que no percibía la necesidad de dicha conexión. 

También poseí relojes y me agradaban mucho. Tuve diversos modelos, pero prefería los digitales a los análogos. Adicionalmente, contaba con un teléfono móvil Nokia que utilizaba para enviar mensajes de texto, jugar “Snake” o realizar llamadas ocasionales. 

Posteriormente, en el año 2003, adquirí una PDA, un dispositivo HP llamado Jornada que ejecutaba Windows CE. En este dispositivo, utilizaba Internet Explorer y Office (especialmente Word y Excel), aunque eran aplicaciones muy distintas a las de la computadora. En este caso, instalé Windows XP y lo utilizaba únicamente para sincronizar la PDA cuando era necesario. Posteriormente, me cambiaba a Linux y, en una partición del disco, almacenaba los archivos que manejaba en la PDA. 

Durante esos primeros años, no sentí la necesidad de sincronizar elementos como calendarios, contactos o notas. 

Posteriormente, adquirí una Palm. Para sincronizarla, también debía utilizar Windows. Sin embargo, al haber comenzado a trabajar, necesitaba tener sincronizados el calendario y los contactos, por lo que me vi en la obligación de comenzar a almacenarlos en Outlook. Para gestionar archivos, tuve que adquirir una aplicación llamada Documents To Go, la cual guardaba los archivos en los formatos de Office. 

En esa época, mi teléfono móvil también había mejorado, pero resultaba tedioso gestionar los contactos en varios dispositivos, ya que no existía sincronización entre ellos para realizar llamadas. 

En la empresa, utilizábamos Windows y las memorias USB ya eran comunes, lo que me permitía sincronizar la Palm con Windows, mantener sincronizados mis archivos con el ordenador del trabajo y, si necesitaba algo para mi ordenador personal, transferirlo a una memoria USB. La Palm contaba con conectividad Bluetooth. 

En este periodo, otros dispositivos como un reproductor de MP3 y una cámara fotográfica digital se incorporaron a mi vida. 

No obstante, a estas alturas, era evidente que el teléfono móvil debía sincronizarse. Comencé a considerar las Palm con opción de teléfono celular, pero finalmente opté por un HTC con Windows Mobile. 

En ese momento, dejé de utilizar un teléfono móvil básico que me obligaba a almacenar los contactos con un teclado poco ergonómico y continué con el concepto de PDA, similar al que tenía con Windows CE, pero ahora con Windows Mobile. Este sistema operativo ya incorporaba Wifi y se sincronizaba con el ordenador mediante una extensión de Windows, lo que me permitía sincronizar contactos, calendario, notas y todos mis archivos con el ordenador del trabajo con Windows. 

Al utilizar estos teléfonos inteligentes, comencé a usar menos la cámara digital y el reproductor MP3, por lo que me deshice de tres dispositivos al pasar a este único dispositivo: el teléfono móvil o la PDA (según se prefiera denominarlo), el MP3 y la cámara digital. 

Durante un par de años, esta configuración me resultó satisfactoria, pero comencé a echar de menos la posibilidad de acceder a mis marcadores y contraseñas de Firefox desde el teléfono móvil. En ese momento, ya existía Opera para teléfonos móviles, que era un buen navegador, pero no Firefox. Con la llegada del iPhone y los teléfonos con Android, me encontré ante una decisión crucial. 

En esta época, mis dispositivos preferidos fueron la Palm Tungsten E2, varios teléfonos Sony Ericsson como el w300 y el Xperia X1, la HTC Touch y la HTC Touch Viva, un Motorola A1200 y una cámara digital Sony. 


El año 2010 marcó un punto de inflexión


Como mencionaba, hasta el año 2010 ya utilizaba varios dispositivos. Contaba con varios relojes, un teléfono inteligente con sistema operativo Windows Mobile y dos computadoras: una personal con Linux y la del trabajo con Windows, la cual utilizaba para sincronizar con mi teléfono inteligente. Sin embargo, ya experimentaba con la plataforma de BlackBerry y el primer paso que di fue migrar a esta. 

En BlackBerry, me resultaba limitante el costo del plan de datos, el cual era elevado y con poca capacidad, además de la necesidad de utilizar aplicaciones propietarias. Por lo tanto, decidí explorar otra plataforma. Sabía que si optaba por iPhone, me quedaría en ese sistema operativo, ya que años atrás había utilizado Mac y siempre había deseado uno. Sin embargo, la presencia de procesadores Intel en ese momento no me motivaba lo suficiente. Por ello, decidí dar el salto a Android. 

Dado que mi anterior teléfono inteligente con Windows Mobile había sido el Xperia X1 de Sony Ericsson y había tenido una buena experiencia con este, decidí adquirir el Xperia X8, también de Sony Ericsson. 

En mis primeros días utilizando Android, descubrí que la sincronización con mi cuenta de Google era completa: correo electrónico, contactos, calendario… todo se sincronizaba de manera automática, lo cual me resultó muy útil. Además, al conectar el dispositivo al ordenador, ya sea con sistema operativo Linux o Windows, se montaba como un disco, permitiéndome copiar archivos con facilidad. Esta característica me facilitó la vida tanto en mi ordenador personal con Linux como en el del trabajo con Windows. Sin embargo, Android no contaba con aplicaciones de calidad para generar archivos de Office, por lo que comencé a explorar opciones como Evernote para tomar notas. 

Ese mismo año adquirí mi primera computadora de escritorio de marca, así como mi primer portátil personal, ambos dispositivos de la marca Dell. 


En el año 2011, año del lanzamiento del primer iPhone y mi segunda experiencia con productos Apple


Recuerdo que la presentación de Siri me llamó la atención. Al finalizar el año, adquirí un iPhone 4S con gran entusiasmo. Sin embargo, la falta de sincronización automática, similar a la experiencia con Windows Mobile, me desanimó. Decidí venderlo y adquirir mi segundo dispositivo Android, lo que marcó el inicio de mi vinculación al ecosistema Android. 

El cambio fue a un Samsung Galaxy ACE, pero también tuve la oportunidad de probar el Galaxy Nexus, el Galaxy S (primera generación) y el Galaxy S2. 


En el año 2013, conocí el verdadero potencial de Android 


A mediados del año 2013 adquirí mi primer dispositivo Nexus, el modelo 4. Si bien mis teléfonos inteligentes anteriores habían sido de las marcas Sony Ericsson, HTC y Samsung, siempre presentaban un problema: la forma de usarlos era diferente a pesar de que todos funcionaban con Android. 

El Nexus 4 era distinto, fluido, no se bloqueaba, no había lentitud, todo funcionaba correctamente. Desde ese momento comencé a recomendar los dispositivos Nexus a todas las personas. Ya había tenido experiencia con un Nexus One y un Galaxy Nexus, lo que me llevó a tomar la decisión de importar un Nexus 4 para tenerlo y probarlo. 

En esa misma época, Motorola había sido adquirida por Google y lanzaron el Moto G. Este fue el teléfono que más recomendé a las personas y a toda mi familia, que en ese momento utilizaban teléfonos clásicos (no inteligentes). Los convencí de cambiar a Android con el Moto G de Motorola, el cual en ese entonces ofrecía la misma experiencia que un Nexus.


Evolución de mi vida digital


Al utilizar Android, la sincronización entre dispositivos se convirtió en una práctica habitual. Mis datos personales se sincronizaban con mi cuenta de Google y, posteriormente, la empresa migró a una plataforma de correo electrónico que también permitía sincronizar mi información laboral con mi dispositivo móvil.

Google comenzó a lanzar nuevos servicios, los cuales adopté gradualmente. Primero fue Picasa (posteriormente Google Fotos), seguido de Google Drive y Google Docs, Google Keep, entre otros. Esto me permitió almacenar y sincronizar toda mi información con mi cuenta de Google.

Como mencioné anteriormente, Firefox era mi navegador predeterminado en las computadoras. Sin embargo, no había encontrado un navegador satisfactorio para mi dispositivo móvil hasta que Google lanzó Chrome para Android. En ese momento, pude configurar Chrome como mi navegador predeterminado en mi computadora de trabajo, mi computadora personal y mi dispositivo móvil. La navegación, el historial y los marcadores se sincronizaban automáticamente entre todos estos dispositivos.

En relación con el manejo de archivos de Office, también mencioné que en la computadora con sistema operativo Linux, utilicé aplicaciones como Star Office, Open Office o Libre Office. Asimismo, en la PDA y en el teléfono inteligente, empleé otras aplicaciones. En Android, no encontré una opción satisfactoria hasta la llegada de las aplicaciones de Documentos de Google. En ese momento, decidí almacenar toda mi información en Google Drive. Desde la computadora, podía editar los archivos a través de la página web de Documentos de Google, y en Android, también podía acceder a ellos sin complicaciones, con sincronización automática.

Posteriormente, Google lanzó una aplicación llamada Keep, diseñada para notas. Decidí dejar de usar Evernote y comenzar a utilizar Google Keep, almacenando todas mis notas en esta plataforma.

Debido a la experiencia positiva con los teléfonos Motorola que recomendé a mi familia, cuando el Nexus 4 dejó de funcionar, consideré cambiar a teléfonos Motorola como el Moto G2 y el X Play. Sin embargo, regresé al Nexus 5x y posteriormente al Nexus 6p, siendo este mi último Nexus.

Posteriormente, Google descontinuó los Nexus y lanzó los Pixel, con precios significativamente más altos que competían con los iPhone. Probé otros teléfonos Android con Android One, incluyendo modelos de Motorola y Xiaomi. Finalmente, cuando Google lanzó el Pixel 3a, lo adquirí debido a que conservaba la filosofía de los Nexus en cuanto a relación calidad-precio.

Considero que, hasta este punto de la historia, puedo afirmar que mi experiencia con Android en dispositivos Nexus y Pixel fue muy positiva. La experiencia general con teléfonos Android ha sido satisfactoria para mí, sin embargo, no puedo decir lo mismo de las computadoras.


Motivos por los que dejé de usar y recomendar Android One

Otro aspecto que me desanimó de Android fue la discontinuación de la producción de dispositivos Android One por parte de los fabricantes. Los dispositivos Android One existentes comenzaron a recibir actualizaciones con menor frecuencia. Los últimos teléfonos Motorola que recomendé tardaron más de un año en recibir la siguiente versión de Android, y para cuando llegó, ya se había lanzado una segunda versión. Además, estos dispositivos solo recibieron una actualización de Android. Si bien es cierto que actualizaron dos veces, la primera actualización se realizó cuatro o cinco meses después del lanzamiento inicial, cuando ya debían haber salido con esa versión. Por lo tanto, no la considero una actualización válida. Un año después de esa actualización, lanzaron la siguiente versión, pero ya no era la última, y ahí cesaron las actualizaciones.

Muchas personas que compraron Android One por mi recomendación apenas disfrutaron de un dispositivo actualizado durante 18 meses, e incluso algunos no alcanzaron los 12 meses. Esta situación me parecía absurda y me generaba una sensación de culpa por haber recomendado productos tan deficientes.


Motivos por los que me dejó de gustar el Android de otros fabricantes

Deseo abordar un aspecto que considero problemático en Android durante mi experiencia con la plataforma: la personalización del sistema operativo por parte de los fabricantes.

En primer lugar, cada dispositivo Android de marca distinta presenta una interfaz diferente. Aplicaciones básicas como la cámara, el teléfono o los mensajes, e incluso la aplicación de reloj, varían según la marca. Esta diversidad dificulta la adaptación al cambiar de dispositivo o marca.

Por otro lado, aplicaciones más complejas como el navegador, las notas, el calendario o los contactos también presentan diferencias. Generalmente, es necesario sincronizar con servicios distintos, lo que puede resultar complicado. Anteriormente, la sincronización con la cuenta de Google facilitaba este proceso, pero la insistencia de marcas como Xiaomi o Samsung en utilizar sus propios servicios resulta innecesaria. La elección de Android y de dispositivos de diferentes marcas se basa en la búsqueda de características de hardware interesantes, no en la necesidad de compartir datos con servicios específicos.

Un aspecto adicionalmente problemático es la lentitud de los fabricantes en la actualización de sus dispositivos. Incluso dentro de una misma marca, los modelos pueden estar en versiones diferentes, lo que dificulta la compatibilidad y la asistencia técnica. Explicar a un usuario cómo realizar una tarea en Android puede resultar complejo si no se dispone del mismo dispositivo, ya que la interfaz y las traducciones pueden variar, e incluso la ubicación de los ajustes puede ser diferente.

Efectivamente, en Android existe hardware de alta gama, con especificaciones técnicas sobresalientes. Sin embargo, el software, al menos en mi experiencia, presenta deficiencias. La lentitud, entre otros factores, afecta la experiencia de usuario. 

Empresas como Samsung o Xiaomi ofrecen capas de personalización atractivas y aplicaciones propias bien diseñadas. No obstante, al utilizar aplicaciones de Google o desarrolladores externos, la uniformidad visual se pierde. Esto se debe a que las aplicaciones de Google y las de terceros siguen las directrices de diseño de Android, mientras que los fabricantes de teléfonos móviles pueden modificar la interfaz a su gusto. 

Recomendar un dispositivo móvil implica garantizar su buen funcionamiento a largo plazo. Me preocupa que las personas confíen en mis recomendaciones y luego experimenten problemas como la falta de actualizaciones, la lentitud o los fallos del sistema. Este problema es común en todas las marcas, pero en Android, solo Google con sus dispositivos Pixel ofrece la seguridad de recibir actualizaciones de sistema y parches de seguridad de manera regular. Otras marcas de Android presentan mayor complejidad en este aspecto.


Mis inconformidades con los computadores, tablets y relojes inteligentes

Computadoras


Nunca me ha gustado Windows como sistema operativo. Siempre he preferido Linux. Con el tiempo, me di cuenta de que solo utilizaba Chrome como aplicación en mi computadora y que había dejado de usar las aplicaciones propias del sistema operativo. Incluso en mi trabajo, donde utilizaba Windows, dejé de usar Outlook y Office, prefiriendo las versiones web de estas aplicaciones en Chrome. Esto se debía a que las aplicaciones nativas eran lentas, pesadas y consumían mucha memoria. Al utilizar únicamente el navegador, el rendimiento del sistema mejoraba notablemente.

En algún momento, probé Chrome OS y lo convertí en mi sistema operativo predeterminado tanto para mis actividades personales como laborales (logré que mi empresa me proporcionara un Chromebook en 2020, antes de la pandemia). Si bien la combinación de Android en mi teléfono móvil y Chrome OS en mi computadora funcionaba adecuadamente, deseaba algo más. Sin embargo, eso lo explicaré más adelante.

Tablets


En cuanto a las tablets, desde su lanzamiento, nunca encontré un propósito para el iPad ni para las tablets Android. Inicialmente, me parecían simplemente teléfonos móviles más grandes, un concepto similar al que tenía antes de los teléfonos inteligentes, cuando utilizaba un teléfono móvil y una PDA. Era un dispositivo adicional innecesario. Sin embargo, con el tiempo, los sistemas operativos de las tablets han evolucionado y mi perspectiva ha cambiado.

En particular, con las tablets Android intenté realizar diversas tareas, pero solo las Samsung con Dex me parecieron interesantes. Sin embargo, nuevamente, solo funcionaban correctamente con aplicaciones de Samsung. Si se abrían aplicaciones de Google o de terceros, se mostraba la misma interfaz que en un teléfono móvil, y muchas veces la interfaz no se adaptaba, desperdiciando espacio.

Al conocer Chrome OS y adquirir mi primer dispositivo híbrido (laptop/tablet) con este sistema operativo, experimenté una diferencia notable en la experiencia de uso en comparación con Dex. Si bien la experiencia en la tablet con Chrome OS fue superior, se presentaron inconsistencias que me llevaron a abandonar su uso. 

Por ejemplo, la aplicación de Calendario de Android funcionaba de manera óptima en la tablet con Chrome OS, mientras que la aplicación de Gmail no ofrecía la misma calidad que la versión web. Esto me llevó a preferir las aplicaciones web en Chrome OS sobre las aplicaciones de Android. Una situación similar se presentaba con Google Drive y las aplicaciones de Documentos de Google. La versión web de Google Docs ofrecía más opciones que la aplicación de Android, y la interfaz de la aplicación de Google Sheets era muy limitada en comparación con la versión web.

En resumen, si bien cada aplicación funcionaba correctamente de forma individual, la integración entre aplicaciones Android y aplicaciones web en Chrome OS resultaba problemática. Las aplicaciones Android no reconocían la instalación de otras aplicaciones Android, y las aplicaciones web no permitían la selección de la aplicación Android correspondiente. Estas inconsistencias me llevaron a optar por el uso exclusivo de aplicaciones web y la navegación por el navegador Chrome en Chrome OS, similar a mi experiencia en Windows o Linux.

Relojes inteligentes

Desde mi infancia, he sido un entusiasta de los relojes, poseyendo una amplia colección de modelos digitales y analógicos. Al surgir los relojes inteligentes, me convertí en uno de sus primeros usuarios.

Inicialmente, estos dispositivos solo mostraban notificaciones. Con la llegada de Wear OS, se permitió responder a las mismas, pero no realizar llamadas, monitorear la salud o practicar ejercicio. En ese periodo, utilicé el Sony Ericsson Live View, el LG G Watch y el Fossil Q Founder.

Si bien estos relojes inteligentes me satisfacían en su momento, la posibilidad de monitorear la salud y realizar ejercicio con ellos transformó mi experiencia. Mi primer dispositivo para ejercicio fue la Mi Band 4 de Xiaomi.

Este dispositivo me demostró la utilidad de medir la actividad física y la importancia de recopilar información sobre la salud. Además, su batería tenía una duración considerable. Posteriormente, probé manillas de Honor y Huawei, siendo estas últimas las que más he recomendado por su calidad. Finalmente, adquirí un Huawei Watch Fit.

Mi experiencia con estas manillas fue positiva, aunque la sincronización de datos presentó dificultades. Al cambiar de Xiaomi a Huawei, perdí información de salud. Si bien Google Fit permitía la sincronización, no se transferían todos los datos y su interfaz no me resultaba intuitiva.

A pesar de la buena experiencia con estos dispositivos, deseaba realizar tareas que las manillas no permitían, como realizar o recibir llamadas, realizar pagos móviles o responder notificaciones. Por ello, decidí regresar a Wear OS. Dado que mi experiencia con el reloj Fossil había sido satisfactoria, adquirí otro modelo de la misma marca. Si bien era excelente para monitorear la salud, su batería no duraba un día completo.

Un día salí a montar bicicleta en una ruta de aproximadamente 40 kilómetros y una duración de tres horas. Al regresar, mi reloj se apagó y no se guardó el ejercicio. Mi mayor frustración fue haber realizado ese ejercicio sin que el reloj lo registrara. En Wear OS no había más opciones hasta que Samsung anunció el Galaxy Watch 4.

Con el Galaxy Watch 4, mi experiencia fue satisfactoria, pero tuve que volver a usar otro software, uno de Samsung, donde se almacenaban mis parámetros de salud y mis ejercicios. Si bien podía enviarlos a Google Fit, para consultar mis ejercicios históricos debía acceder a Google Fit, ya que se sincronizaban desde otras aplicaciones o se visualizaban en las diferentes aplicaciones que había utilizado: Xiaomi, Huawei y Samsung. La aplicación de Samsung era muy buena y la experiencia con este reloj fue una de las mejores hasta ese momento. Sin embargo, el problema de las capas de personalización se presentó nuevamente. No contaba con el asistente de Google, sino con Bixby, lo que me obligó a aprender a utilizar otro asistente, más limitado, cuando ya utilizaba el de Google y me funcionaba correctamente. Además, la aplicación del reloj, los cronómetros y los temporizadores eran diferentes a las aplicaciones estándar de mi Pixel, lo que me resultaba tedioso. Entiendo que si tuviera un dispositivo Samsung, las aplicaciones serían iguales, pero como mencioné, las capas de personalización me resultaban tediosas.

Mi esperanza residía en el Pixel Watch, que se lanzaría al año siguiente del Galaxy Watch 4.


Una serie de eventos desafortunados


Mi Nexus 4 se apagó un día y no volvió a encenderse. Me vi en la necesidad de adquirir un Moto G2 debido a que me quedé sin teléfono. El Nexus 5x, en una ocasión, se congeló, se calentó, se apagó y no volvió a encenderse, lo que me obligó a cambiarlo. El Nexus 6P lo compré un año después de su lanzamiento y, por consiguiente, a los dos años dejó de recibir actualizaciones. Adquirí un Pixel 3a y, a las dos horas, se dañó. Google me reembolsó el dinero, pero al quedarme sin teléfono, me vi en la necesidad de comprar un Motorola One Vision en Colombia. Lo tuve durante seis meses y posteriormente adquirí un Pixel 3a XL.

Durante el tiempo que tuve dispositivos Nexus, observé que algunos amigos a quienes les recomendé estos teléfonos tuvieron problemas similares, especialmente con el Nexus 5x y el 6P, que presentaron fallas en el procesador después de algunos años. Al tener el Pixel 3a XL, noté que varios amigos tuvieron inconvenientes con el Pixel 3 XL, el Pixel 4a y el Pixel 5a. Si bien todos estos casos tuvieron trámite de garantía con Google y un reemplazo del dispositivo o reembolso del dinero, ya no me generaba tanta confianza invertir en un nuevo teléfono Pixel y, además, en un reloj Pixel.

Al tener el Galaxy Watch 4, consideré la posibilidad de cambiarme a Samsung y adaptarme a su capa de personalización. Como mencioné, probé tabletas de Samsung con Dex en esa época y recuerdo haber pensado en adquirir un Galaxy S20 FE. Sin embargo, antes de realizar ese cambio, decidí hacer una última prueba.

Una prueba temporal

Desde el lanzamiento del Apple Watch Series 4, tenía gran interés en probarlo. Sin embargo, no contaba con un iPhone. Mi Pixel 3a XL, a punto de cumplir tres años, dejaría de recibir actualizaciones, y mi Galaxy Watch 4, a pesar de sus seis meses de uso, me resultaba monótono en cuanto a personalización. 

Tenía dos opciones: adquirir un Galaxy S20 FE y continuar con el ecosistema Samsung, o probar un iPhone y el Apple Watch, dispositivo que tanto deseaba. 

Finalmente, decidí comprar un iPhone 13 (modelo que no me convencía) y un Apple Watch Series 7 de 44 mm (el más avanzado en ese momento) para realizar una prueba temporal. Mi intención era evaluar el ecosistema Apple por última vez antes de decidir entre dispositivos Samsung o esperar el lanzamiento del Pixel Watch y el Pixel 7.

Para mi sorpresa, el Apple Watch me cautivó. Lo único que lamenté fue no haber adquirido la versión LTE, sino la GPS. Al día siguiente, tras experimentar su potencia y rendimiento, deseaba uno con LTE para poder utilizarlo sin necesidad del teléfono.

En cuanto al iPhone, instalé todas las aplicaciones de Google y continué utilizando mis servicios habituales: Drive, Fotos, Contactos, Calendario, Gmail y Chrome. Para mi sorpresa, estas aplicaciones funcionaban mejor en el iPhone que en el Pixel. Si bien tuve algunas quejas con las fotografías, especialmente las nocturnas, la experiencia con el reloj era tan satisfactoria que mi siguiente objetivo era probar otro Apple Watch con LTE.

Posteriormente, se lanzaron el iPhone 14 Pro con isla dinámica y cámara de 48 megapíxeles, y el Apple Watch Ultra. Adquirí estos dispositivos y la experiencia con ellos me resultó muy satisfactoria.

El iPhone 14 Pro finalmente me proporcionó fotografías de alta calidad, lo que me satisfizo tanto como el Pixel. Además, la isla dinámica, en lugar del notch, me permitió quedar completamente conforme con el producto. Cabe mencionar que continué utilizando todos los servicios de Google.

En cuanto al Apple Watch Ultra, me pareció increíble poder realizar actividades como montar bicicleta, caminar, hacer ejercicio o ir de compras, llevando únicamente el reloj, sin necesidad del teléfono. Sin embargo, al requerir ciertas aplicaciones de Google, comencé a utilizar las aplicaciones propias de Apple, específicamente Mail y Calendario. Si bien todo se sincronizaba con mi cuenta de Google, en el Apple Watch podía acceder a los datos cuando lo necesitaba.


El cambio definitivo

Hasta este punto, podría afirmar que mi preferencia por relojes estaba definida: el Apple Watch con LTE era mi opción predilecta. Dado que el Apple Watch me obligaba a usar un iPhone, decidí adquirir uno. Si bien Android y los Pixel eran excelentes opciones para mí, los servicios de Google también eran accesibles en iPhone e incluso algunas aplicaciones funcionaban mejor en este sistema. En definitiva, la experiencia móvil me resultaba indiferente entre Pixel y iPhone. Por lo tanto, decidí comprar un Mac.

En 1998, durante mi adolescencia, aspiraba a adquirir un iMac o un iBook. Finalmente, pude obtener un iMac G5. Sin embargo, la transición de los procesadores PowerPC a Intel provocó que este equipo dejara de recibir actualizaciones con relativa rapidez, lo que me generó una experiencia negativa con los Mac. En ese momento, ni siquiera era posible instalar Chrome en él. Posteriormente, los modelos con procesador Intel no me parecieron una opción atractiva, ya que la competencia ofrecía equipos con el mismo procesador a un precio hasta dos o tres veces menor. Si bien estos equipos venían con Windows, al instalarle Linux no representaba un inconveniente.

No obstante, en 2020, Apple lanzó los Mac con un procesador propio llamado Apple Silicon M1, lo que supuso un cambio radical en el ecosistema Mac. Al anunciarse el M2, consideré la posibilidad de adquirir una Mac mini con M1 o M2 y estuve buscando ofertas. Finalmente, encontré una oferta atractiva para el MacBook Air con M1 y M2, lo que me impulsó a realizar la compra.

Inicialmente, consulté la disponibilidad del M1 en un color específico, pero al no encontrarlo, opté por el M2 en color azul medianoche, que sí estaba disponible. De esta manera, decidí adquirir este MacBook.

Con este equipo, cualquier aplicación que ejecutaba funcionaba con rapidez y eficacia. Si bien al principio instalé Chrome como navegador y comencé a utilizar algunas aplicaciones web en él, al estar ya familiarizado con Mail y Calendario a través del Apple Watch, decidí utilizar estas aplicaciones también en la Mac, lo cual me resultó muy satisfactorio.

Tras considerar la posibilidad de almacenar archivos en iCloud, busqué programas que me permitieran gestionar documentos como Word y Excel. Encontré Pages y Numbers, y al utilizarlos en mi Mac, dejé de usar Chrome y las aplicaciones web. Opté por las aplicaciones nativas de la Mac, que funcionaban mejor que las limitadas opciones de Linux o las pesadas de Windows (según mi experiencia). Esta decisión me llevó a migrar definitivamente a Apple y a transferir todos mis datos de la cuenta de Google y sus servicios a iCloud con mi cuenta de Apple.

Al usar la Mac, descubrí la comodidad de las aplicaciones. Por ejemplo, aún usaba Google Fotos y, si quería ver las fotos tomadas desde el iPhone, debía acceder a la página web. Sin embargo, al sincronizar las fotos con Fotos de iCloud, al abrir la aplicación en la Mac, estas ya estaban disponibles sin necesidad de acción previa.

Si deseaba adjuntar una foto a un correo electrónico, desde Google Fotos debía acceder a la web de Gmail, redactar el correo y seleccionar la opción de adjuntar desde Google Fotos. En cambio, si la foto estaba en Fotos de Apple, al abrir Gmail Web o Mail, al seleccionar “adjuntar”, la opción de adjuntar desde Finder era más sencilla y eficiente.

Experimentaba una situación similar con archivos. Por ejemplo, si deseaba adjuntar un archivo PDF a un correo electrónico y este se encontraba en Google Drive, podía sincronizarlo con mi Mac mediante una aplicación y adjuntarlo directamente. Sin embargo, el proceso era diferente si el archivo estaba en iCloud. En el caso de archivos de Documentos de Google, la situación era aún más compleja. Tenía numerosos documentos en este formato, principalmente documentos de texto y hojas de cálculo, que requerían ser abiertos en la Mac a través del navegador. Además, para compartirlos o exportarlos a PDF, era necesario acceder a la página web de Google Drive. Esta situación me llevó a considerar la posibilidad de abandonar el formato de Documentos de Google. Inicialmente, pensé en regresar a Libre Office, pero esta opción no contaba con una aplicación para iPhone. Por otro lado, Apple ofrecía aplicaciones nativas para iPhone y Mac: Pages, Numbers y Keynote. Esta fue la razón por la que decidí descargar todos los archivos de Google Drive en formato de Documentos de Google (descargados en formato Word, Excel y PowerPoint) y guardarlos en iCloud en esos mismos formatos. Posteriormente, los abrí con las aplicaciones correspondientes y los convertí al formato nativo de Pages, Numbers o Keynote, según correspondiera.


El cambio de paradigma


Como mencioné, probé diversos tablets con Android y Chrome OS, y finalmente me decanté por el de Chrome OS, pero sin utilizar las aplicaciones de Android.

El iPad nunca me había parecido una opción viable, pero al anunciarse iPadOS 18 con mejoras en la escritura y el Apple Pencil Pro, decidí adquirir uno para realizar una prueba.

Inicialmente, me hice con un iPad 10 y un Apple Pencil USB C, con la intención de utilizarlo para pruebas y posteriormente obsequiarlo a uno de mis hijos. Sin embargo, la experiencia de uso me resultó sorprendentemente satisfactoria. La forma de escribir con el Apple Pencil me pareció excelente, convirtiéndose rápidamente en mi método preferido para ingresar texto, especialmente para tomar notas rápidas. Con el tiempo, noté que prefería realizar muchas tareas en el iPad en lugar del iPhone o el Mac, y poco a poco me fui inclinando por el iPad.

Dado que la experiencia me resultó tan positiva, decidí cambiarlo por un Air M2 con un Pencil Pro. Actualmente, realizo muchas de las tareas que antes hacía en el móvil o el ordenador en el tablet.

Apple me ha demostrado que las computadoras pueden funcionar de manera diferente. Si bien una Mac funciona mejor que cualquier computadora con Windows o Linux, esto se debe al chip que lleva. Ver que el iPad lleva el mismo chip pero funciona de manera distinta es revelador. Es cierto que el iPad es mucho más limitado en sistema operativo que la Mac, pero ambos son complementarios, no sustitutos. Utilizo la Mac para muchas tareas y me encanta su sistema operativo, pero hay cosas que no puedo o no quiero hacer con ella y prefiero realizar con el iPad, ya que este último lo hace mejor o me ofrece mayor portabilidad y comodidad. Sin embargo, no siempre es así, hay tareas que en el iPad no quiero hacer porque son más adecuadas para la Mac.

Anteriormente, antes de adquirir una Mac, no me sentía cómodo con los sistemas operativos de las computadoras, pero sí lo estaba con Android en dispositivos móviles. Mi objetivo era poder utilizar mi dispositivo Android para todas mis necesidades, por lo que intenté conectarlo a un monitor y utilizarlo como un ordenador, algo que la función Samsung Dex facilita. Si esto hubiera sido posible, quizás habría complementado mi experiencia con una tablet. Sin embargo, en el ecosistema de Apple, aunque no tengo un dispositivo que lo haga todo, cuento con varios que se complementan y me facilitan la vida. De hecho, el dispositivo que menos uso es el iPhone, no porque el Mac o el iPad lo reemplacen, sino porque en algunos casos lo ha hecho el Apple Watch con LTE.

En otras ocasiones, sí utilizo el iPhone, pero no directamente. Con frecuencia, atiendo llamadas desde los altavoces del coche o hablando con Siri, o bien, utilizando la pantalla del coche y CarPlay. En otras ocasiones, utilizo el iPhone desde la Mac mediante la función de Duplicación del iPhone.


Otros cambios en mi día a día


Tras realizar tantos cambios en los productos que utilizaba, aún me quedaban algunos detalles por pulir. En casa, tenía varios altavoces con el asistente de Google, pero estos no eran compatibles con AirPlay. Finalmente, descubrí que JBL ofrecía altavoces con asistente de Google y, al mismo tiempo, compatibles con AirPlay. Decidí sustituir los altavoces para poder enviar contenido por AirPlay desde mis dispositivos.

Mi televisor lo controlaba con un Chromecast con Google TV, pero al tener productos de Apple, me resultaba incómodo utilizarlo. Por ello, adquirí un Apple TV y, para mi sorpresa, este producto transformó por completo mi experiencia televisiva. Además, gracias a AirPlay, podía conectar los altavoces y transmitir el sonido del televisor a través de ellos, incluso ubicados en diferentes habitaciones. Esta función aún no está disponible en el Chromecast, a pesar de que Google posee la tecnología para implementarla y el Chromecast debería permitir enviar audio a los altavoces mediante Google Cast.

Al utilizar aplicaciones de Apple como iCloud y pagar por el almacenamiento de iCloud+, activé funciones interesantes como Private Relay y Proteger tu e-mail. Sin embargo, para que estas funcionaran correctamente, debía realizar algunos cambios, como dejar de usar Chrome y comenzar a usar Safari, y dejar de usar Gmail web para utilizar la aplicación Mail.

Al comenzar a usar Safari, noté que mi navegación era diferente: la publicidad ya no se adaptaba a mis preferencias, sino que era genérica. Además, la batería del iPhone y del Mac mejoró su rendimiento. Gradualmente, dejé de usar Chrome y configuré Safari como mi navegador predeterminado.

Dejé de utilizar muchas páginas web que funcionaban como aplicaciones, ya que contaba con aplicaciones para esos fines. Por ejemplo, migré el contenido de Google Fotos, Google Keep, Google Drive, Gmail, Contactos y Calendario a las aplicaciones propias de Apple: Fotos, Notas, iCloud Drive, Mail, Contactos y Calendario.

Con Mail, además de comenzar a utilizarlo con mayor frecuencia, agregué buzones de otras cuentas que había creado antes de Gmail. También decidí crear un buzón de iCloud.com. Actualmente, recibo correo de diversas cuentas en Mail, lo cual puedo hacer en múltiples dispositivos, incluyendo iPhone, Mac y Apple Watch. Al comprender el funcionamiento de la protección de correo electrónico y la opción de ocultar mi dirección, me ha gustado mucho más utilizar esta aplicación en lugar de las páginas web de otros servicios, incluyendo Gmail.

Sin embargo, al descubrir que en iCloud podía bloquear el acceso web y utilizarlo únicamente como medio de sincronización de archivos, me gustó aún más. Por lo tanto, procedí a descargar toda mi información de otras nubes donde la tenía almacenada y la dejé en iCloud, bloqueando el acceso web.

Asimismo, al adquirir mi primer iPhone, configuré algunas claves de acceso y, al cambiar de dispositivo, observé cómo estas se transferían al nuevo iPhone. Posteriormente, al utilizarlas en mi Mac, comprobé su compatibilidad en este sistema también. Esta experiencia me motivó a migrar todas mis contraseñas al ecosistema de Apple. Si bien mi experiencia con la gestión de claves en Android no fue negativa, en su momento utilicé LastPass como servicio y funcionaba correctamente en Android. En mi ordenador, contaba con la extensión de Chrome y, posteriormente, migré mis contraseñas a este navegador, lo que también funcionaba adecuadamente en Android. Sin embargo, en PC experimentaba problemas cuando no utilizaba Chrome. En contraste, con las claves en Apple y la sincronización en múltiples dispositivos, el funcionamiento es óptimo, incluyendo las claves de acceso y los códigos de autenticación de dos factores.


Conclusiones finales


Mi experiencia tecnológica se divide entre el uso de computadoras, dispositivos móviles y wearables. En cuanto a computadoras, nunca me sentí cómodo con Windows, pero Linux me brindó una experiencia satisfactoria hasta la llegada de las Mac con procesador propio, lo que modificó mi perspectiva.

En el ámbito de los dispositivos móviles, solo el Pixel de Google cumple con mis estándares, y no consideraría otra marca por diversas razones. No obstante, la compatibilidad con mi reloj y mi Mac me inclina hacia un iPhone.

En cuanto a las tabletas, que también son dispositivos móviles, no esperaba que un iPad me agradara, pero actualmente disfruto realizar tareas de manera híbrida, algunas en el iPad y otras en la Mac. Son experiencias distintas pero complementarias que me resultan muy gratificantes.

En el ámbito de los dispositivos vestibles, el Apple Watch ha sido, sin duda, el mejor reloj que he tenido. La función con LTE es muy conveniente, ya que me permite salir sin llevar el iPhone conmigo y resulta bastante útil en muchos escenarios.

En términos generales, a pesar de haber sido un crítico de Apple y sus productos durante varios años, debo reconocer que en los últimos años mi opinión ha cambiado y he pasado a recomendarlos. Estos tres artículos que he creado son la forma de consolidar todo lo que ha sucedido y me ha llevado a tomar esta decisión.

En resumen, esta ha sido mi experiencia desde el otro lado de la tecnología, cómo antes no deseaba estar en el ecosistema Apple y cómo utilicé otras tecnologías. Las razones que finalmente me llevaron a pasarme a Apple, a utilizar sus productos y a recomendarlos son las que comparto en esta publicación.

Cabe mencionar que esta entrada es una continuación de la anterior. Si esta lectura ha sido de su agrado y desean conocer con mayor detalle qué otras aplicaciones y funciones de Apple utilizo, les invito a leer esta otra entrada.

NOTA: Artículo reescrito con Apple Intelligence el 6 de marzo de 2025

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